lunes, 10 de diciembre de 2012

Condena permanente

Uno quisiera ser la historia de esas fotos donde la gente se divierte, se besa y se ríe.
Hay viajes por todas partes, y lugares a los que uno quisiera ir sólo por hacer parte de una historia cualquiera.
Las fotos de los otros siempre son historias ajenas, que uno desea porque a uno le hace falta esa vida que a ellos les sobra. No importa si es una vida miserable o aburrida, porque en sus fotos siempre hay algo que a uno le fue negado.
Uno no quiere sus vidas. Uno simplemente codicia esos momentos que cree mejores que los propios porque están lejos de la existencia rutinaria que uno carga todos los martes al levantarse de la cama para ir al trabajo.
Uno quisiera ser parte, sentir que también fue amado; que por un momento, estar ahí tuvo sentido.
Ya en la noche uno vuelve a pensar, como para consolarse un poco – ese pobre consuelo que más parece una herida, o el desasosiego de un domingo – que también a ellos la vida les parece una carga, esa que uno siente todos los jueves al levantarse de la cama para ir al trabajo.
Y a pesar de todo, a pesar de ese consuelo de los tristes, hay lugares que duelen mucho sólo porque uno los ve a través de una foto donde siempre hay personas que no son uno. Y hay también canciones que duelen, que son como esas fotos de las que uno nunca hace parte.
No hay recurso más triste que la imaginación. Jugar a ser otro y sentirse condenado a ser uno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario